Hans-Michael es un joven arqueólogo alto, rubio, de rostro barbado y cuerpo fibrado tostado por el sol. Junto con otros dos colegas, han emprendido una expedición al sureste de la Amazonía peruana, para encontrar antiguos yacimientos arqueológicos. No es la primera vez que se desplazan por el Parque Nacional de Manú (Alto Purus). Tal vez por eso, Hans-Michael se ha confiado demasiado en su sentido de la orientación y se ha adentrado solo en la selva. La noche va cayendo cómo una fina lluvia de purpurina negra, engullendo lentamente todo. Hans-Michael se ha sentado en una roca. Su corazón está compujido, no sabe hacia que dirección ir... de pronto, ve dos puntos blancos levitando en la oscuridad. Poco a poco, va apareciendo detrás de ellos una silueta humana... Cuando se da cuenta que son los ojos de un cuerpo joven y fuerte, contiene la respiración y, empieza a andar con paso ligero hacia un claroscuro del bosque, bañado por una plateada luz lunar que se filtra a través de las grades copas de los árboles.
A pesar de su fortaleza física, le es complicado moverse con agilidad por esa espesa selva. De pronto nota una mano gruesa y callosa en su hombro. El miedo le bloquea y no puede dar ni un paso más... - ¡por favor, no me hagas nada !- Unos ojos llenos de destellos de ira se clavan en los parduzcos ojos de Hans-Michael... cuando se da cuenta está mojando sus pantalones... - por favor...- El indígena se lo queda mirando durante interminables segundos. Luego dirige su penetrante mirada hacia los pantalones mojados de Hans-Michael , esboza una tierna sonrisa de complicidad, que tiene un efecto balsámico en éste y se relaja. Entonces es cuando ve bien al indígena que tiene ante él. Es un hombre joven, de cuerpo musculado cubierto de una brillante piel canela, salpicada de un rizado bello de intenso azabache. Varias cicatrices recorren su cuerpo juvenil.
Su primitiva belleza masculina, produce en Hans-Michael tal excitación sexual, que no puede reprimir morderse el labio inferior hasta sangrar, al contemplar descaradamente con mirada de lujurioso deseo. El gran falo negro coronado por un rosado prepucio circuncidado. El joven es de una tribu que posiblemente sean de los últimos humanos no contactados. Van desnudos, tan sólo con unas guirnaldas de flores de colores en sus musculosos brazos y, un gran arco de madera con flechas.
Sin poder resistirse a sus deseos más arcaicos. Hans-Michael se arrodilla y, con su sedosa mano coge el falo del joven indígena y sumisamente empieza a lamer el rosado prepucio... Ante su sorpresa, el joven no se mueve y su polla empieza a crecer y endurecerse. Hans-Michael casi se atraganta con ése rabo que le llena toda su boca... saborea esa polla con frenesí. Siente cómo si buceara en el génesis del placer... ésa gruesa polla desprende un olor dulce y varonil... ése rabo lubricado, le crea tal adicción que no puede dejar de lamerlo y engullirlo hasta la mismísima garganta... El indígena, como buen semental, folla la boca de Hans-Michael sin compasión. Transportándolo a los albores de la humanidad, donde sólo cabe ser sumiso al macho dominante.
Hans-Michael aguanta como puede los envites de ése rabo negro en su boca. Hasta que de pronto las piernas del indígena empiezan a temblar y, en un espasmo que recorre su cuerpo, acompañado de un salvaje aullido. Empieza a derramar semen en la boca de Hans-Michael, que la va tragando como puede, para no ahogarse... Hans-Michael se había bebido la vida en copas de cristal de Bohemia y, ahora sólo deseaba ser la humedad que lubrica la piel de ése cuerpo varonil, que lo monta y posee cada noche a la luz de la luna.
Jaume Serra i Viaplana
Fotografía :Andrés Mauri. www.queerdarkphoto.blogspot.com
Modelo: Jaume Serra Viaplana.