viernes, 28 de octubre de 2011

Mariposa Negra

 
Una adormecida mariposa cubre con sus inmensas alas de raso negro, la bóveda celeste de Jerusalén, llenando de oscuridad las viejas callejuelas de la ciudad santa por la que navega cada noche Jacob, desprendiendo a su paso una melodía fúnebre, con la soledad como fiel compañera como si fuese la estación de su vida en la que se ha perpetuado. Hace tiempo que un amor traicionero le hizo entrar en un oscuro y gélido invierno en el que su corazón empezó a sangrar amargas lágrimas, hasta que el dolor hizo que le explosionase en miles de diminutos trocitos de terciopelo rojo... En ese vagar desesperado, Jacob inhala soledad hasta el fondo de sus pulmones y exhala tristeza. Mientras acaricia en la oscuridad, el rostro enlutado de la diosa Tanit (la diosa cartaginesa del amor) que llora en silencio la mediocridad humana...

Sus párpados se cierran de golpe afligido por no poder volar. Quiere escapar de la prisión de sus recuerdos que le flagelan el alma hasta hacerla jirones... Nada desea más que poder liberarse para siempre del cautiverio de la melancólica infelicidad en la que está sumido desde la traición de su amado que le ha llevado a no tener ningún sentido la vida para él. Al sentir que el teatro de la vida le ha dejado sin guion, anhela con todas sus fuerzas poder desprenderse de su cuerpo humano y entrar en el mundo de los espectros para danzar promíscuamente con los duendes de piel canela y piernas vidriosas de tobillos como la medialuna más fina que hay en el cielo azul seducen a los hombres. Son los duendes seductores que brillan en la oscuridad de la media noche. En este maremoto de tristeza que vive Jacob, un enorme padecimiento interior le deshace las entrañas, desesperado, exhala una nubecita blanca que ilumina el resplandor de la luna... La nube al diluirse esparce en suspensión miles de partículas de oro que pronto forman la silueta seductora de un Pierrot... Jacob queda deslumbrado y deja de huir de él mismo... Una gota de lluvia se desliza suavemente por la asexual cara blanca como la nieve del Pierrot. En ella van encerradas todas las lágrimas derramadas por el dolor de los desamores humanos a lo largo de la historia, pero también lleva implícita toda la inocencia del amor primigenio, del buen amor.

Rodeados de las joyas rojas que formaban parte de la corona boreal que hizo Hefesto, junto con el oro color fuego para que Dionisio los pusiese entre los astros...Sus miradas se iluminan de golpe y como si fuese un haz de luz la mirada de los ojos miel de Jacob, penetra en los amorosos ojos azules del Pierrot para viajar al país de las sensaciones, siente que vuelve a crear belleza. Atraídos por la fuerza del amor sus labios se juntan. Jacob siente como dentro de su cuerpo palpita un nuevo corazón. El líquido rojo de sus venas empieza a transitar por ellas con más intensidad que nunca llenando su cuerpo de excitación. Nota como se enciende... su piel quema... Los labios, delgados y frágiles como el cristal del Pierrot le han insuflado de nuevo la vida... y con ello el amor... Enfundados en satén carmesí, bailan abrazados por encima de rosas de seda blanca que nacen de las cabezas de los amantes nocturnos, furtivamente se besan por las empedradas calles de Jerusalen. Iluminados por miles de mariposas de luz que brotan debajo de sus cabellos para posarse en las ramas de los árboles de nieve del bosque más bonito del mundo, en el que danzan Jacob y el Pierrot, escoltados por desnudos querubines excitados por lujuriosos sátiros.

Jaume Serra Viaplana.

sábado, 15 de octubre de 2011

Sueño de universitario


 
El alba sodomiza sin indulgencia los restos de la oscuridad aterciopelada, de una noche dejada ya atrás. Para dar paso a una débil luz naciente, que poco a poco, con la gallardía de un caballero medieval, va conquistando el nuevo día. Un varonil haz de luz, como un chorro de oro líquido, entra furtivamente como un ladrón por la ventana de Jon, para acariciar lascivamente el sensual cuerpo juvenil de este universitario que yace dormido entre sábanas de raso negro, dando a su piel un color alimonado.

Su rítmica respiración, juega con la fantástica musculatura que cubre su pecho de satén, engalanado por unos tiesos y duros pezones amelocotonados. Salpicado por un vello juvenil que se desliza insinuosamente por el centro de su tórax como una lujuriosa serpiente en busca de la fruta prohibida, para perderse en el frondoso bosque de negros árboles que custodian el tesoro de su virginal sexo. Con altanería, esconde entre las sábanas una gran erección matinal, llenando su rosado prepucio de líquido seminal. El largo y sedoso pene de Jon, no cesa de lubricarse al verse en su húmedo sueño entre los fuertes brazos de su capitán que bajo la luz de la luna, lo tiene prisionero en el suelo de la fragata de guerra con la que surcan el mar rompiendo las embravecidas olas. En su cara nota el caliente aliento del capitán, que con sus manos de marinero, va desabrochando uno a uno los botones plateados de la bragueta de sus pantalones blancos de grumete... El reflejo de la luna en la barba de plata del capitán, hace que Jon se de cuenta que éste es su profesor por el que bebe los vientos desde que entró en la universidad... En clase, cada vez que la mano del profesor roza la suya con cualquier absurdo pretexto, Jon siente en su estómago las cosquillas del revoloteo de miles de mariposas azules que lo transportan del sufrimiento al éxtasis en segundos.

Al notar la humedad de la lengua de su profesor - marinero, lamiendo y besando su cuerpo, en cada poro de su piel florece una gota de amor haciendo que su lujuria se desborde de golpe para convertirse en un mar que se rompe en olas de plata... Jon se siente esclavo de la dictadura de esos dedos marineros que le hacen sentir una explosión de sensaciones a través de sus varoniles caricias, oliendo el perfume de la felicidad. Sólo desea que ésa mano que le hace entrar en el cielo le abra la puertecita de su pecho y le saque su aterciopelado corazón rojo, para guardárselo en el sagrario de su propio pecho.

La sensación de infinito placer que siente su falo endurecido hasta dolerle, hace que moje las sábanas de raso que cubren la desnudez de su joven cuerpo... Los bellos ojos verdes cargados de poesía, que habían estado cautivos de sus párpados de largas pestañas quedan inundados de una luz tan clara, que parece que los latidos de su corazón puede romperla como si fuese un cristal. Jon se levanta de la cama con una lujuriosa sonrisa al ver la acartonada mancha de semen en sus sábanas, acariciándose sensualmente su aún erecto pene. Se dirige a la ducha, pensando en su profesor - marinero. Al que cada noche ama de nuevo en sueños, regalándole su virginidad. Y al que verá esta mañana en la universidad.

Jaume Serra i Viaplana.


Fotografía : Andrés Mauri.
www.queerdarkphoto.blogspot.com
Modelo: Jaume Serra i Viaplana. 
jacobbarcelona@gmail.com

sábado, 8 de octubre de 2011

Señores de la Vida y la Muerte

ARTÍCULO DE OPINIÓN


Gente de porcelana que habitan en mansiones de mármol blanco donde el olor a naftalina y corrupción invade las estancias blanqueadas, deciden desde sus despachos recubiertos de oro, rebosantes de teléfonos de rubíes y diamantes quienes tienen que vivir o morir a través de su macabro juego de la especulación. Hacen girar la ruleta rusa de fino marfil con vidas humanas como fichas de juego depositadas en relucientes escupideras de oro.

Estos incendiarios en un mundo de bomberos como ya controlan los canales de distribución de alimentos, han decidido comprar también grandes extensiones de tierras de cultivo para así tener el monopolio de los alimentos. El grano que sus esclavos cultivan sumisamente en las grandes plantaciones se almacenan en naves fortificadas para poder especular con él, haciendo subir su precio al tenerlo retenido. A medida que ese grano se vaya pudriendo en los almacenes, miles de niños irán muriendo lentamente en brazos de sus padres, que también morirán de desnutrición.

La codicia de estos tiburones humanos no puede saciarse con las vidas de tantos seres inocentes. Estos se preguntan porqué sus vidas valen menos que las de las mascotas que habitan en las grandes mansiones de los señores de la vida  la muerte. La sangre de estos infelices no puede ser utilizada como cemento-cola para pegar las láminas de oro que decoran las paredes de las mansiones de los especuladores de alimentos.

Los gobiernos, no deben permitir bajo ningún concepto este monopolio... y los gobiernos surgen de los votos que los ciudadanos disciplinados depositan en las urnas.

Jaume Serra i Viaplana.

Fotografía : Andrés Mauri
www.darkphotomagazine.blogspot.com
Modelo: Jaume Serra i Viaplana

Semen de Ébano y Bourbon

El jazz en Nueva Orleans es como una religión, es un estado de la persona. Un calor húmedo invade la calle Bourbon, en la que más t...

Lo más caliente...