Tras la explosión del verano, el otoño
invita al recogimiento. Sin embargo, se trata de una estación ideal para
disfrutar del espectáculo único de los cambios que vive la naturaleza en el
hemisferio norte.En el Central Park de New York. En el centro de la isla de
Manhattan. Hombres de todas las razas y edades, enfundados en ajustados
pantalones de malla, que realzan los abultados paquetes que lucen es sus
entrepiernas. Corren por el sendero de 2.5 km. que rodea la reserva de agua, mientras
disfrutan de una sinfonía de colores otoñales, de los árboles que juegan con la
luz decidiendo si conservan el verde del verano o se precipitan en el dorado
otoñal.
Taylor, es un guapo joven californiano de 21años con sus venas bombeando vitalidad. Siguiendo su instinto de vagabundo cultural, se había plantado hacia unos días en New York para ser escritor. Hoy, después de quemar energías durante un buen rato corriendo por el Central Park. Ha buscado uno de los muchos espacios ideales para la contemplación del paisaje, que hay en esa época del año. Le encanta relajarse frente las artificiosas cascadas en la boscosa zona llamadaTheRavine, en el norte. Para poder descansar un poco junto a otros anacoretas y curiosos que disfrutan de la belleza del momento. Para él, eso es lo más parecido a la felicidad, escuchando los primeros acordes de "PushTheSkyAway" de Nick Cave en su MP3.En esos momentos disfruta de una sensación de amor y unión con el universo. A pesar que en determinados momentos, el amor no se puede transmitir más que con el cuerpo. Y Taylor, hoy sentía mucha necesidad de "amar" al ver todos ésos cuerpos robustos bañados en sudor, yaciendo sobre el césped a su lado.
Taylor, es un guapo joven californiano de 21años con sus venas bombeando vitalidad. Siguiendo su instinto de vagabundo cultural, se había plantado hacia unos días en New York para ser escritor. Hoy, después de quemar energías durante un buen rato corriendo por el Central Park. Ha buscado uno de los muchos espacios ideales para la contemplación del paisaje, que hay en esa época del año. Le encanta relajarse frente las artificiosas cascadas en la boscosa zona llamadaTheRavine, en el norte. Para poder descansar un poco junto a otros anacoretas y curiosos que disfrutan de la belleza del momento. Para él, eso es lo más parecido a la felicidad, escuchando los primeros acordes de "PushTheSkyAway" de Nick Cave en su MP3.En esos momentos disfruta de una sensación de amor y unión con el universo. A pesar que en determinados momentos, el amor no se puede transmitir más que con el cuerpo. Y Taylor, hoy sentía mucha necesidad de "amar" al ver todos ésos cuerpos robustos bañados en sudor, yaciendo sobre el césped a su lado.
Su
mirada escudriñadora se posa en el abultado paquete del cuarentón de pelo corto
canoso y poblada barba que tiene a su lado, luciendo debajo de la ancha
camiseta sin mangas un pecho velludo... El hombre está teniendo una erección y,
en pocos segundos se perfila en su pantalón de malla, un gran pene erecto. A la
vez que mira a Taylor y le dedica una pícara sonrisa de complicidad. Lo que
hace que el rubor cubra sus mejillas y dirija su turbada mirada hacia ése falo
tan bien marcado. Un color puro tiñe sus labios ligeramente entreabiertos ysonríe
al desconocido, marcándose en sus mejillas dos pequeños hoyuelos que lo hacen
aún más guapo.
El
desconocido se acerca más a Taylor, le coge la mano y la pone encima de su
caliente paquete... El corazón de Taylor late aceleradamente... su mano
temblorosa acaricia con timidez ése gran rabo que se esconde debajo de la
malla... Cerca de ellos, otro hombre de cuerpo atlético y sudado, introduce su
mano por debajo del pantalón corto de deporte de Taylor, y le empieza a
masturbar... Taylor está caliente, muy caliente... sigue acariciando el pene
del desconocido, a la vez que el otro hombre anónimo lo va masturbando a él a
un ritmo sumamente placentero...
La
sensualidad reverbera en el lugar... los tres se masturban entre ellos con
discreción durante un buen rato... están excitados, muy excitados... necesitan
mucho más... Taylor les señala con el dedo unos matorrales y con pasos acelerados
se dirigen hacia allí. Los tres, desnudos entre la maleza, frotan y funden sus
cuerpos bañados de sudor, lamiéndose y engulléndose sus miembros erectos,
saboreando el clímax, al encuentro de manantiales de semen que inunden sus
sentidos…
Jaume
Serra i Viaplana.