La oscuridad se cierne sobre Rochina, la mayor
favela de América Latina y un conflictivo enclave de narcotráfico en Río de
Janeiro. Joao cierra con llave la puerta de su casa y, como cada noche a la
hora de los duendes, se dirige ilusionado hacia lo alto del cerro, en el
mirador improvisado.
Los rayos plateados de la luna iluminan la camisa
blanca inmaculada que resalta sobre su piel de ébano. Joao es de una exuberante
belleza carioca, con la fuerza y coraje de los negros del Brasil. Descendiente
por parte de padre de esclavos traídos de áfrica y de madre blanca. Apunto de
cumplir los 30 años, es un hombre intenso en la mirada y en los gestos, de voz
modulada y rizos perfectos, con una sonrisa de anuncio.
Joao está impaciente, ansioso de ver a su amado...
Al oír el "Rum...Rum..." de un todo terreno, el corazón se le acelera
por momentos. Conoce a la perfección ése ronroneo. Es el motor del coche
patrulla de su querido policía militar... Ese hombre alto, musculoso, de piel
rosada y pelo canoso, hace tiempo que es el lucero de su vida. No le importa
que lo mate la pena tener que verlo sólo a medianoche, le quiere. Lo lleva tan
dentro de su corazón, que por él sería capaz de matar.
El policía militar sale del coche y se dirige con
paso acelerado hacia Joao. Su uniforme ajustado realza su fibroso cuerpo y deja
entrever unos duros y esculpidos glúteos... Los dos amantes se fundan en un
prolongado beso... beben el amor de sus bocas con pasión... la saliva desborda
la comisura de sus carnosos labios sedientos de placer carnal...
Excitados, se desnudan apresuradamente el uno al
otro. Tienen prisa por acariciar sus musculados cuerpos desnudos a la luz de la
luna... Al unísono, sus gruesas pollas se endurecen y en segundos lucen una
gran erección. El policía clava la mirada en los 22cm. de verga de Joao. Son la
adicción más fuerte que ha tenido en su vida... Movido por el más puro deseo
vicioso, se arrodilla ante ése largo y grueso falo negro... La golosa boca del policía engulle poco a poco el caliente largo rabo de
Joao, recubierto por una gruesa piel de ébano. El intenso olor de polla le
excita aún más si cabe y, lame con verdadera ansia el largo rabo negro,
succionando con glotonería el líquido seminal del rojizo capullo... Joao gime
de placer... quiere prolongarlo mucho más, pero la viciosa boca del policía le
da tanto placer, que sin poder controlarlo, su verga empieza a escupir chorros
de semen. El policía intenta tragarlo todo, pero para no ahogarse se lo saca de
la boca. La viscosa leche llena la cara del agente del orden, deslizándose por
toda su cara... Lamiéndose los
labios para no dejar perder las gotas de semen que aún cuelgan de ellos... Se
incorpora, besa amorosamente a Joao, que tanto le endulza la vida desde hace
tiempo y le da la vuelta para inclinarlo sobre la barandilla del mirador... La
excitación hace que sus cuerpos desnudos se cubran de gotas de sudor... las
duras nalgas de Joao se someten sumisamente a los caprichos sexuales del
policía militar...
Es el momento que utilice su "Porra
castigadora". Después de lamer con lujuria el orificio del
ano de Joao. El policía le separa las nalgas y, con ansia hunde todo su inmenso
trabuco rosado en las entrañas de Joao...
Abajo otea las islas Cagaras, un archipiélago del
litoral de la célebre playa de Ipanema...
Un cañón de escopeta que sale
traicioneramente por una esquina, sodomiza la oscuridad... !Bang...Bang!
Jaume Serra i Viaplana.
Fotografía: Andrés Mauri
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