Efraïm se
contornea con lascivia sobre el frío espejo, refregando en él su abultado
paquete... de cuerpo hercúleo,
hermoso y rubio cómo la cerveza. Efraïm podría ser un joven de Caravaggio, un
exceso de pesas de gimnasio ha cincelado los músculos de cada parte de su
cuerpo. Es todo un titán, completamente depilado con un marcado canal que
separa los dos fantásticos pectorales coronados por unos sobresalientes y
aterciopelados pezones. Un slip blanco resalta su piel morena... Se busca continuamente
a sí mismo en el reflejo del espejo. Es la única imagen que no le decepciona.
Ya que tiene una gran necesidad de encontrar a algún cuerpo que haga empequeñecer
a Apolo, para poder refregarse con él.
De pronto
nota que su pecho es aplastado por un musculado pecho velludo de rizado pelo
negro. Asustado, intenta apartarse del espejo, pero unos fuertes y musculados
brazos le aprisionan contra su voluntad, y siente como una boca caliente mordisquea
sus carnosos labios hasta dejarlos como brasas encendidas... Efraïm aturdido, contempla
estupefacto el bello cuerpo del hombre del espejo... Varonil, de sienes
plateadas y complexión fuerte, de facciones bien marcadas y angulosos y
penetrantes ojos verdes de mirada augusta. Su físico embaucador de guerrero de
la antigüedad podría haber servido de modelo de Rubens para su San Sebastián.
Efraïm nota cómo de entre esas piernas
musculadas del hombre del espejo, emerge un fantástico pene musculado como su
cuerpo, de rosado y caliente prepucio. Que presiona su abultado paquete, del
que ya sobresale también, su endurecida verga lubricada generosamente.
Sin más, el guapo hombre fornido lo lleva en volandas a través del espejo a una inmensa y lujosa estancia poliédrica de extraños espejos con relojes y artilugios estrafalarios, figuras exóticas... Con un gesto violento el hombre arranca de un tirón el slip blanco a Efraïm y sin mirarlo, con un cierto desdén se sienta en un gran trono dorado en el centro de la sala, mostrando con autoridad su gran falo completamente erecto y duro. El sensual y casi imperceptible aroma del hombre del espejo, excita en sobremanera a Efraïm y, como como un muchacho manso, se sienta encima de ése chamán del placer, que hunde con delicadeza lentamente su grueso y duro rabo en el ano de Efraïm... el ano se desgarra ligeramente y derrama su púrpura por la verga del macho que presiona con fuerza hacia las entrañas del placer... Efraïm grita de dolor, pero al poco empieza a gemir con delirio al quedar completamente ensartado por ése enorme pollón. Con mirada intempestiva mira de frente sin miedo a ése semental que lo ha destrozado. Aún es capaz de insinuar con un movimiento agresivo de sus húmedos y encendidos labios, el deseo de un apasionado beso. Antes de empezar a mover su cuerpo rítmicamente arriba y abajo, columpiándose en ésa barra de carne endurecida cómo una piedra y caliente. Masturbando así con su ano, el falo de ese hombre que se enseñorea de masculinidad... Todos los relojes de la sala hacen sonar horas diferentes creando una melodía de sonidos ensordecedora... gemidos…gritos, los unos agudos los otros cavernosos, brotan de las gargantas de Efraïm y el hombre del espejo, que follan salvajemente encima del trono dorado...
Efraïm
mira los espejos en los que se ve reflejado él, pero montado encima de diferentes
sementales, de su boca sale una expresión de furia que se transforma en una
sonrisa perversamente obscena... Una
nueva inundación de gemidos llena la estancia y, de pronto, Efraïm nota como
chorros de semen caliente llenan sus entrañas... llega a un clímax tal, que él
también se corre. Su leche cae cómo copos de nieve encima del musculado
pecho velludo del hombre que lo tiene aún empalado con su rabo... La visión se
le nubla y, se desmaya encima de ése pecho fornido salpicado de semen...
En el exterior
las nubes han acelerado la prematura llegada de la noche...
Jaume
Serra i Viaplana
Fotografía
: Andrés Mauri
Modelo :
Jaume Serra Viaplana
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