Los pájaros del mismo plumaje vuelan juntos.
Y en algún lugar del cielo unen sus alas.
Cada madrugada
aún sin despuntar el alba, una luz mágica ilumina una hilera de bloques
modernistas del barcelonés Paseo de Gracia, en donde vive Harry. Éste ha sido
toda su vida un seductor compulsivo, infiel e insatisfecho. En verdad, lo que
realmente le ha excitado siempre ha sido el cortejo sentimental, con el que ha
tenido bastante éxito. Sin duda le ha ayudado el ser un hombre de exquisitas maneras,
cabello blanco, elegante... hoy va ataviado con un impoluto traje naranja. Para
él todo ha cambiado desde que ha conocido a Paul, por el que siente una
verdadera adicción sexual, es su pulsión erótica.
Harry mira
embelesado a Paul. Sus hipnóticos ojos verdes escrutan ese joven cuerpo
trigueño de suave piel aterciopelada perfectamente perfilado y rasurado, Provocándole
en sus entrañas una hoguera de sensaciones. Harry nota cómo su entrepierna se
va endureciendo... Toma un sorbo de champagne fresco, y besa con pasión a Paul,
que bebe de su boca el burbujeante líquido dorado... Paul está desnudo, sólo
lleva unas medias negras de cristal, con unos zapatos de Swarovski de tacón de
aguja... Desde la glorieta acristalada del piso, contemplan el señorial amanecer
del Paseo de Gracia...
Paul se
arrodilla ante Harry, mirándolo viciosamente, le baja muy despacio la
cremallera de sus pantalones naranjas, a la vez que se relame los gruesos y
sensuales labios. Una polla de piel rosada con marcadas venas, y ya bastante
endurecida. Sale de la bragueta cómo un toro de liria. Paul coge la verga entre
sus sedosas manos, y cómo si fuese una fruta prohibida, la engulle poco a poco
en su golosa boca, saboreando ese largo rabo caliente... lame el tronco... y se
recrea ávidamente en su rojizo capullo, que ha empezado ya a lubricarse... Paul
se excita con ese líquido seminal... quiere más, devora con pasión ésa polla
que adora. Para él los penes de los hombres son como el maná que le lleva a la
felicidad.
Harry está
cachondo, muy cachondo. Quiere pegarle una buena corrida a esa húmeda boca que tanto le hace disfrutar. Pero se controla... levanta a
Paul, lo pone contra la vidriera de la glorieta, y le abre las
piernas cómo si fuese a cachearle. Más abajo, en la calle,
empiezan a pasear los primeros transeúntes. Harry, que ama el chocolate tanto
cómo Paul los zapatos de tacón alto, coge con los dedos chocolate caliente de
una taza de fina porcelana inglesa, y unta el ano de Paul, que gime al
instante de placer... después, se pone de cuclillas y, empieza a lamerle el
ano... saborea ése tibio chocolate que se desliza por el excitante culo de
Paul. Éste, al que le encanta que le coman el culo, se ha puesto tan
caliente, que suplica a Harry que se lo folle. Ante esa suplica, Harry, como
buen semental. Se levanta altaneramente y hunde su verga tremendamente
endurecida y lubricada en el tragón culo de Paul, que grita cómo un poseso
al sentirse empalado por su macho... Harry lo enviste cada vez más fuerte...
Los dos cuerpos se funden entrelazados, moviéndose rítmicamente en una
danza erótica sin fin...
Al rato, Harry
aúlla, no pude más y en segundos, descarga todo su caliente semen en las
entrañas de Paul, que llega al clímax al notar en sus entrañas cómo entra a
presión el gran chorro de leche caliente de Harry... casi al momento, su polla
también suelta un chorro de semen contra la cristalera, que chorrea poco a poco
por los cristales...
En la acera,
unos japoneses miran el escaparate de Loewe, que en esta ocasión rinde homenaje
a Wiliam Morris.
Jaume Serra i
Viaplana
Fotografía:
Andrés Mauri
Modelo: Jaume Serra
Me gusta que me la metan cuando leo relatos se me pone mi culito a mil
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