jueves, 4 de enero de 2018

Polla de seda

Los pájaros del mismo plumaje vuelan juntos. 

Y en algún lugar del cielo unen sus alas.


Cada madrugada aún sin despuntar el alba, una luz mágica ilumina una hilera de bloques modernistas del barcelonés Paseo de Gracia, en donde vive Harry. Éste ha sido toda su vida un seductor compulsivo, infiel e insatisfecho. En verdad, lo que realmente le ha excitado siempre ha sido el cortejo sentimental, con el que ha tenido bastante éxito. Sin duda le ha ayudado el ser un hombre de exquisitas maneras, cabello blanco, elegante... hoy va ataviado con un impoluto traje naranja. Para él todo ha cambiado desde que ha conocido a Paul, por el que siente una verdadera adicción sexual, es su pulsión erótica.


Harry mira embelesado a Paul. Sus hipnóticos ojos verdes escrutan ese joven cuerpo trigueño de suave piel aterciopelada perfectamente perfilado y rasurado, Provocándole en sus entrañas una hoguera de sensaciones. Harry nota cómo su entrepierna se va endureciendo... Toma un sorbo de champagne fresco, y besa con pasión a Paul, que bebe de su boca el burbujeante líquido dorado... Paul está desnudo, sólo lleva unas medias negras de cristal, con unos zapatos de Swarovski de tacón de aguja... Desde la glorieta acristalada del piso, contemplan el señorial amanecer del Paseo de Gracia...

Paul se arrodilla ante Harry, mirándolo viciosamente, le baja muy despacio la cremallera de sus pantalones naranjas, a la vez que se relame los gruesos y sensuales labios. Una polla de piel rosada con marcadas venas, y ya bastante endurecida. Sale de la bragueta cómo un toro de liria. Paul coge la verga entre sus sedosas manos, y cómo si fuese una fruta prohibida, la engulle poco a poco en su golosa boca, saboreando ese largo rabo caliente... lame el tronco... y se recrea ávidamente en su rojizo capullo, que ha empezado ya a lubricarse... Paul se excita con ese líquido seminal... quiere más, devora con pasión ésa polla que adora. Para él los penes de los hombres son como el maná que le lleva a la felicidad.

Harry está cachondo, muy cachondo. Quiere pegarle una buena corrida a esa  húmeda boca que tanto le hace disfrutar. Pero se controla... levanta  a Paul, lo  pone contra la vidriera de la glorieta, y  le abre las piernas cómo si fuese a cachearle. Más abajo, en la calle, empiezan a pasear los primeros transeúntes. Harry, que ama el chocolate tanto cómo Paul los zapatos de tacón alto, coge con los dedos chocolate caliente de una taza de fina porcelana inglesa, y unta  el ano de Paul, que gime al instante de placer... después, se pone de cuclillas y, empieza a lamerle el ano... saborea ése tibio chocolate que se desliza por el excitante culo de Paul. Éste, al que le encanta que le coman el culo, se ha puesto tan caliente, que suplica a Harry que se lo folle. Ante esa suplica, Harry, como buen semental. Se levanta altaneramente y hunde su verga tremendamente endurecida y lubricada en el tragón culo de Paul, que grita cómo un poseso al sentirse empalado por su macho... Harry lo enviste cada vez más fuerte... Los dos cuerpos se funden entrelazados, moviéndose rítmicamente en una danza erótica sin fin...

Al rato, Harry aúlla, no pude más y en segundos, descarga todo su caliente semen en las entrañas de Paul, que llega al clímax al notar en sus entrañas cómo entra a presión el gran chorro de leche caliente de Harry... casi al momento, su polla también suelta un chorro de semen contra la cristalera, que chorrea poco a poco por los cristales...

En la acera, unos japoneses miran el escaparate de Loewe, que en esta ocasión rinde homenaje a Wiliam Morris.


Jaume Serra i Viaplana

Fotografía: Andrés Mauri
Modelo: Jaume Serra


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