miércoles, 20 de julio de 2016

Duro De Mamar





 

Herbert lleva horas corriendo por la montaña huyendo de un soldado enemigo que le pisa los talones. Agotado, se deja caer de rodillas al suelo para descansar unos instantes. A los pocos minutos, siente el frío del cañón de una metralleta en la sien, el miedo paraliza su cuerpo, sabe que es el final. Una furtiva lágrima traiciona su orgullo militar. Suena un disparo - PAMM -... Silencio...

Incrédulo, Herbert abre los ojos, a su alrededor no hay sangre, ni sus sesos han saltado por los aires... Ante él está el soldado enemigo. Alto, profundamente moreno, con la camisa mojada por el sudor medio desabrochada que revela una musculatura prominente que resalta por el espeso vello azabache que la cubre... Ante la sorpresa de Herbert, el soldado deja escapar de sus labios una leve sonrisa lasciva. A la vez que sin dejar de encañonarlo, se frota su entrepierna. Están perdidos en una montaña donde la tarde pone fin puntualmente. Unas nubes de algodón púrpura, cubren el cielo con un tono rosado violáceo... El soldado extranjero se desabrocha lentamente los botones de la bragueta de su pantalón militar y aflora su masculinidad salvaje... Las miradas furiosas de los dos soldados ultrapasan el deseo erótico, y descienden al abismo de sus instintos... La polla de Herbert reacciona con una fuerte erección. Son dos hombres con sexo de acero.

El soldado enemigo acerca su gruesa verga a la cara de Herbert que permanece de rodillas ante él. El deseo humedece sus ojos de incierto color, entre miel y castaño. Unas gotas de sudor confieren un brillo especial a la belleza de su rostro. Inspira profundamente para llenarse del olor a orina y polla que desprende el gran miembro viril de ése semental de mirada malévola, de su bárbaro rival hostíl. Y con completa sumisión, abre la boca y empieza a tragarla glotonamente cómo puede... Dentro de esa boca húmeda y caliente, la polla del rudo soldado adquiere un volumen y dureza aún mayor, llenándole la boca... Herbert chupa con verdadera ansia el miembro del soldado, que no deja de jadear de placer, por el volcán de sensaciones que le hace sentir Herbert, lamiendo viciosamente la comisura de su enrojecido glande, succionándoselo con los ojos cerrados, para saborear más el líquido seminal que sale de él cómo el maná ... Los cuerpos de los dos militares están enganchados en plena vorágine de placeres, por un tiempo que parece infinito. De pronto, las piernas del militar empiezan a temblar... con su manaza callosa aprieta la nuca de Herbert contra su sexo y hunde sin contemplaciones su pollón hasta el fondo de la garganta de éste, que chupa abnegadamente. El militar siente que un espasmo recorre su cuerpo y, mugiendo cómo un toro de lidia, descarga su furia sexual en una tormenta de semen que llena la garganta de Herbert. Éste abre los ojos de golpe, e intenta tragar frenéticamente los chorros de leche, a la vez que saca ésa gran polla de su boca para no ahogarse.

El soldado extranjero se lo mira complacido, sonríe y, cómo si contara con la complicidad y anuencia del cielo, dispara... Herbert ni tan siquiera tiene tiempo de sentir terror. Se orina... unos segundos y, cae desplomado al suelo... satisfecho, el soldado se sacude los hilitos de semen que cuelgan de su polla, encima del cuerpo de Herbert. Guarda su miembro aún endurecido dentro del calzoncillo blanco y, se abrocha lentamente la bragueta. Una bala pasa a centímetros de su cabeza chamuscándole el pelo. Empieza a correr...

El contingente de marines que ha desembarcado en la playa está subiendo la montaña... Al llegar junto al cuerpo de Herbert, el sargento lo mira morbosamente, se acaricia discretamente su entrepierna y, con autoridad ordena a los soldados de su unidad de combate que persigan al asesino. Él se queda junto al cuerpo... nota una erección... Un soldado rezagado se gira y sonríe con una complicidad maliciosa... La agonía de los últimos rayos de luz cubre la montaña de eróticas sombras en pleno aquelarre...

Jaume Serra i Viaplana.
 

Fotografía : Andrés Mauri
www.queerdarkphoto.blogspot.com

Modelo : Jaume Serra


lunes, 4 de julio de 2016

Culo Goloso


Efraïm se contornea con lascivia sobre el frío espejo, refregando en él su abultado paquete... de cuerpo hercúleo, hermoso y rubio cómo la cerveza. Efraïm podría ser un joven de Caravaggio, un exceso de pesas de gimnasio ha cincelado los músculos de cada parte de su cuerpo. Es todo un titán, completamente depilado con un marcado canal que separa los dos fantásticos pectorales coronados por unos sobresalientes y aterciopelados pezones. Un slip blanco resalta su piel morena... Se busca continuamente a sí mismo en el reflejo del espejo. Es la única imagen que no le decepciona. Ya que tiene una gran necesidad de encontrar a algún cuerpo que haga empequeñecer a Apolo, para poder refregarse con él.

De pronto nota que su pecho es aplastado por un musculado pecho velludo de rizado pelo negro. Asustado, intenta apartarse del espejo, pero unos fuertes y musculados brazos le aprisionan contra su voluntad, y siente como una boca caliente mordisquea sus carnosos labios hasta dejarlos como brasas encendidas... Efraïm aturdido, contempla estupefacto el bello cuerpo del hombre del espejo... Varonil, de sienes plateadas y complexión fuerte, de facciones bien marcadas y angulosos y penetrantes ojos verdes de mirada augusta. Su físico embaucador de guerrero de la antigüedad podría haber servido de modelo de Rubens para su San Sebastián. Efraïm nota cómo de entre esas piernas musculadas del hombre del espejo, emerge un fantástico pene musculado como su cuerpo, de rosado y caliente prepucio. Que presiona su abultado paquete, del que ya sobresale también, su endurecida verga lubricada generosamente.


Sin más, el guapo hombre fornido lo lleva en volandas a través del espejo a una inmensa y lujosa estancia poliédrica de extraños espejos con relojes y artilugios estrafalarios, figuras exóticas... Con un gesto violento el hombre arranca de un tirón el slip blanco a Efraïm y sin mirarlo, con un cierto desdén se sienta en un gran trono dorado en el centro de la sala, mostrando con autoridad su gran falo completamente erecto y duro. El sensual y casi imperceptible aroma del hombre del espejo, excita en sobremanera a Efraïm y, como como un muchacho manso, se sienta encima de ése chamán del placer, que hunde con delicadeza lentamente su grueso y duro rabo en el ano de Efraïm... el ano se desgarra ligeramente y derrama su púrpura por la verga del macho que presiona con fuerza hacia las entrañas del placer... Efraïm grita de dolor, pero al poco empieza a gemir con delirio al quedar completamente ensartado por ése enorme pollón. Con mirada intempestiva mira de frente sin miedo a ése semental que lo ha destrozado. Aún es capaz de insinuar con un movimiento agresivo de sus húmedos y encendidos labios, el deseo de un apasionado beso. Antes de empezar a mover su cuerpo rítmicamente arriba y abajo, columpiándose en ésa barra de carne endurecida cómo una piedra y caliente. Masturbando así con su ano, el falo de ese hombre que se enseñorea de masculinidad... Todos los relojes de la sala hacen sonar horas diferentes creando una melodía de sonidos ensordecedora... gemidos…gritos, los unos agudos los otros cavernosos, brotan de las gargantas de Efraïm y el hombre del espejo, que follan salvajemente encima del trono dorado...

Efraïm mira los espejos en los que se ve reflejado él, pero montado encima de diferentes sementales, de su boca sale una expresión de furia que se transforma en una sonrisa perversamente obscena... Una nueva inundación de gemidos llena la estancia y, de pronto, Efraïm nota como chorros de semen caliente llenan sus entrañas... llega a un clímax tal, que él también se corre. Su leche cae cómo copos de nieve encima del musculado pecho velludo del hombre que lo tiene aún empalado con su rabo... La visión se le nubla y, se desmaya encima de ése pecho fornido salpicado de semen...

En el exterior las nubes han acelerado la prematura llegada de la noche...
 

Jaume Serra i Viaplana

Fotografía : Andrés Mauri
Modelo : Jaume Serra Viaplana

Semen de Ébano y Bourbon

El jazz en Nueva Orleans es como una religión, es un estado de la persona. Un calor húmedo invade la calle Bourbon, en la que más t...

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