
Incrédulo,
Herbert abre los ojos, a su alrededor no hay sangre, ni sus sesos han saltado
por los aires... Ante él está el soldado enemigo. Alto, profundamente moreno,
con la camisa mojada por el sudor medio desabrochada que revela una musculatura
prominente que resalta por el espeso vello azabache que la cubre... Ante la
sorpresa de Herbert, el soldado deja escapar de sus labios una leve sonrisa
lasciva. A la vez que sin dejar de encañonarlo, se frota su entrepierna.
Están perdidos en una montaña donde la
tarde pone fin puntualmente. Unas nubes de algodón púrpura, cubren el cielo con
un tono rosado violáceo... El soldado extranjero se desabrocha lentamente los
botones de la bragueta de su pantalón militar y aflora su masculinidad salvaje...
Las miradas furiosas de los dos soldados ultrapasan el deseo erótico, y
descienden al abismo de sus instintos... La polla de Herbert reacciona con una
fuerte erección. Son dos hombres con sexo de acero.


El
contingente de marines que ha desembarcado en la playa está subiendo la
montaña... Al llegar junto al cuerpo de Herbert, el sargento lo mira
morbosamente, se acaricia discretamente su entrepierna y, con autoridad ordena
a los soldados de su unidad de combate que persigan al asesino. Él se queda
junto al cuerpo... nota una erección... Un soldado rezagado se gira y sonríe con
una complicidad maliciosa... La agonía
de los últimos rayos de luz cubre la montaña de eróticas sombras en pleno
aquelarre...
Fotografía :
Andrés Mauri
www.queerdarkphoto.blogspot.com
Modelo :
Jaume Serra
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